Este tipo de climas es dominado por las masas de aire polar y árticas, donde es posible incluir a la Antártica. Los climas más característicos son los de altas latitudes, pero en cualquier latitud es posible encontrar climas similares a los polares en las altas montañas.
Clima Boreal.
Este clima lo podemos encontrar entre los 50º y los 70º de latitud, sobre todo en el hemisferio Norte (figura 11). Los inviernos son largos y rigurosos, y los veranos cortos y fríos, aunque las lluvias suelen ser escasas y en general tienen forma de nieve. Las regiones más típicas de este clima son Eurasia desde el norte de Europa hasta el Pacífico, Siberia y Norteamérica, desde Alaska hasta Groenlandia.
Figura 11 Clima boreal, cerca de los montes Urales, Rusia.
Clima de tundra.
Este clima se desarrolla entre los 60º y los 75º de latitud (figura 12). Los inviernos son largos y rigurosos, no hay un verano como tal, aunque sí una estación muy corta algo más suave. La temperatura media del mes más cálido es mayor que 0º C. Las precipitaciones son siempre en forma de nieve. Está dominado por masas de aire polar y a menudo se producen tormentas ciclónicas. Hay una breve estación de crecimiento de las plantas, las que consisten esencialmente en helechos, líquenes, musgos y algunas gramíneas. Las zonas donde se localiza este clima son el Ártico, Siberia, la costa de Groenlandia y la costa Antártica.
Figura 12 Clima de tundra, en Alaska.
Clima Polar.
Son las zonas de frío perpetuo. El invierno dura ocho o nueve meses y no hay verdadero verano. Durante nueve meses no cesa de helar. La temperatura es de -20º ó -30º C, con mínimas inferiores a -50º C. El verano, muy fresco, a duras penas remonta los 0º C. La originalidad del medio polar radica no tanto en la crudeza del invierno, sino en la falta de un verdadero verano. El clima siberiano, uno de los más fríos del mundo, no es, a pesar de todo, un clima polar, porque durante tres meses por año las temperaturas superan los 10º C de media. La intensidad del frío polar se explica por la naturaleza de la insolación. La noche más larga dura 24 horas en el Círculo Polar y se alarga progresivamente hasta alcanzar los seis meses en el Polo. Noches tan largas son poco favorables al calentamiento del aire. El día varía igualmente entre 24 horas en el Círculo Polar y seis meses en el Polo. En esta situación, ¿No podría la longitud del día compensar la duración de las noches? La contestación es negativa, porque en estas latitudes los rayos del sol caen siempre muy oblicuos: en el Polo el Sol en su mayor altura no pasa de 23.5º sobre el horizonte en el solsticio de verano. Resulta, por tanto, que los rayos solares pierden una gran parte de su energía al atravesar una atmósfera muy espesa, y su eficacia queda enormemente disminuida, aunque la insolación sea continua. La iluminación prolongada de los días polares compensa ligeramente la insuficiencia de la insolación y favorece el crecimiento relámpago de la vegetación (una vegetación muy adaptada al medio), muy pronto interrumpido por las primeras heladas. Las precipitaciones caen sobre todo en forma de nieve; pero en las latitudes altas la nieve es escasa. La persistencia de un manto de nieve, que generalmente no pasa de los 30 cm de espesor, se explica sólo por la intensidad y duración de los grandes fríos. Esta capa de nieve se va compactando bajo su propio peso, formando nuevas capas de hielo.
El límite geográfico de los climas polares (de tundra y glacial, que excluye a los países cuya temperatura media en el mes más cálido es superior a 10º C) es sinuoso; en el Ártico (hemisferio norte) desciende hacia el Sur con las corrientes frías que bañan las fachadas orientales de los continentes (corriente del Labrador y de Oya Chivo) y alcanza hasta el paralelo 55º en la Península del Labrador. Por el contrario, la tibieza de la nordatlántica empuja este límite en Noruega hasta el Cabo Norte (72º N). El hemisferio Sur es más frío; el Sur de la Tierra del Fuego tiene ya una temperatura inferior a 10º C en el mes más cálido, aunque su latitud (55º S) equivale a la de Dinamarca. El clima polar continental (Canadá septentrional, Siberia septentrional) tiene inviernos extremadamente rudos y veranos sensiblemente cálidos.
Las precipitaciones son escasas (menos de 200 mm.), con un máximo en verano: Canadá, Siberia septentrional y el interior del Continente Antártico figuran como regiones poco lluviosas en el mapa mundial de precipitaciones. Los vientos son frecuentes en verano, pero el invierno goza de una calma anticiclonal. El clima polar de tipo glaciar reina en las regiones constantemente recubiertas de hielo (centro y Norte de Groenlandia, Continente Antártico, figura 13).
Figura 13 Clima polar
El clima polar oceánico reina sobre las zonas árticas bañadas por las aguas tibias del Atlántico: Spitzberg, Nueva Zembla, Tierra de Francisco José. La Isla de los Osos, por ejemplo (250 km al sur de Spitzberg), tiene inviernos relativamente moderados (media de -7º C en los ocho meses de octubre a mayo), veranos muy frescos (la media no pasa de 3º C en los cuatro meses de junio a septiembre), una amplitud anual pequeña (15º C) y precipitaciones bastante abundantes (325 mm por año, con máximo en la estación fría). Este clima sin verano, brumoso, ventoso y austero (aunque los inviernos no sean demasiado fríos) se extiende también sobre las islas australes (Shetland del Sur, Orcadas del Sur).
Clima de montaña.
Las montañas tienden a tener climas diferentes al resto de zonas que las rodean, debido al descenso que se produce de la temperatura a medida que se asciende en altura, así como el aumento de la humedad. La montaña, en este sentido, altera las características de la zona climática en la que se sitúa (figura 10). Presenta unas temperaturas invernales negativas y unas estivales positivas, aunque la temperatura media anual se establece en torno a los 0º C; la amplitud térmica es inferior a los 20º y las precipitaciones, más abundantes en verano que en invierno, superan los 1000 mm anuales. Aunque no se pueden establecer unos rasgos con validez universal que lo definan, sus variedades climáticas son fácilmente reconocibles. Se suelen establecer cuatro zonas montañosas dependiendo de la altitud: piso basal, en las zonas bajas de la montaña, piso montano, piso alpino y piso subalpino, cada una con sus propias características en cuanto a temperatura, humedad y vegetación que se desarrolla en ellos. Este clima de alta montaña es el que predomina en las grandes cadenas cordilleranas: los Andes, Alpes, Rocallosas.
Figura 10 Clima de montaña, Haines, Alaska.